Desde hace un par de décadas, el uso de internet y de las nuevas tecnologías se ha multiplicado exponencialmente. ¿Quién no tiene cuenta en una red social, se comunica diariamente por whatsapp o usa la banca electrónica? Seguro que has comprado a través de la red o consultado información mediante un motor de búsqueda. Si no es así, eres de los pocos que no cuentas con la denominada huella digital. Desde Funeraria La Dolorosa queremos hablar un poco más de este concepto.

¿Qué es la huella digital?

Cuando navegamos por internet, incluso si lo hacemos en modo incógnito, siempre dejamos un rastro, unas miguitas que permiten saber sobre nosotros. En este sentido, damos una información concreta al propietario de la web: nuestra IP (número que identifica cualquier dispositivo conectado a internet), situación geográfica, el navegador y el sistema operativo del dispositivo, sexo, edad, lo que hemos consultado en la red, etc.

La huella digital se produce como resultado de nuestra interacción como usuarios con programas y aplicaciones, páginas web… Es más, se puede dar de forma voluntaria o involuntaria. ¿Cuándo es voluntaria? Muy sencillo, cuando subimos una foto o damos nuestra opinión en algún foro de Internet, comentario en una red social, cuando registramos una cuenta en un portal, realizamos una suscipción a un sitio, a una nueva red social, cuando generamos una cuenta de correo electrónico, etc. Aportamos datos personales que recopilan los algoritmos, creamos una identidad virtual expandida por todo internet, con gustos, preferencias, opiniones, interacciones, etc.

Un rastro, una huella, que cuando fallecemos puede ser complicado de eliminar.

¿Qué pasa con nuestra huella digital cuando fallecemos?

Debido quizás a que el uso de internet es algo relativamente reciente, es un detalle en el que no siempre se cae, pero es algo de suma importancia. Si se conoce, es primordial respetar la voluntad de la persona fallecida, que puede haber dejado instrucciones y las claves de acceso necesarias. En cualquier caso, los familiares han de tomar una decisión al respecto.

Esto debería permitir desactivar sus cuentas de correo, eliminar las redes sociales en las que participó, servicios tipo WhatsApp o buscar y borrar toda referencia al fallecido en Internet. Esta tarea puede realizarse personalmente o bien encargarla a alguna empresa. Evidentemente, dependiendo de la interacción de la persona con la red, será una labor más o menos sencilla.

En 2014, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea reconoció, mediante sentencia, el derecho de las personas a solicitar el borrado de sus datos. Es el denominado derecho al olvido, aunque esto no significa que los buscadores se vean obligados con ello a borrar todo lo solicitado. Solamente han de eliminar la información perniciosa u ofensiva que no se vea justificada por el interés público.

Los testamentos digitales

Es posible dejar realizado un testamento virtual donde el fallecido deja registradas sus contraseñas de correos, redes sociales y cuentas personales de internet conjuntamente con el deseo de proteger la privacidad de la persona tras su muerte.

¿Como borrar la huella digital de una persona fallecida?

Según la Ley Orgánica 3/2018, de 5 de diciembre, de Protección de Datos Personales y garantía de los derechos digitales, los familiares del fallecido o las personas que hayan sido previamente designadas podrán ejercen los denominados ARCO, es decir, derechos de acceso, rectificación, cancelación y oposición de todos sus datos personales. Si la persona fallecida no dejo un testamento digital con todos los datos de acceso a sus cuentas, podremos solicitarlo a las diferentes compañías por medio de algunas de las vías que para ello están habilitadas. Por ejemplo, Google ofrece un formulario para la solicitud de la retirada de información personal, Yahoo un formulario de desreferenciación, Facebook la eliminación de la cuenta o creación de una cuenta conmemorativa, etc.

De un tiempo a esta parte no muere unicamente la persona sino también todo su rastro en la red. De ahi que sea importante la existencia de una normativa de referencia y la posibilidad de dejar de estar presente en internet una vez exista la defunción.